jueves, 11 de febrero de 2016

Tu amor todavía me debe dos suicidios y una escena de celos.

El trabajo aborrecible
Demasiadas horas mutiladas
Trasegando mi pequeña dosis de esperanza caducada
Directamente de la petaca del alma


De pronto un pequeño chisporroteo en mi interior
Sutil como un suspiro
Como veintiocho gramos menos
Apenas perceptible para los demás.

Y notar la náusea

El vacío
El nadir
Esa luz feroz y esencial de mi interior
Muriendo con un reproche contenido.
Ya solo queda la transmutación en tuerca
El guion previsible
Y la fosa común.


(Es la jornada de nueve a cinco
La que mata a todos los héroes de nuestros cuentos infantiles)


Y así transcurre el día
Convertido en un exilio de carne
En una herida analfabeta, en un virus sin coartada
En un sueño de pupilas dilatadas pidiendo limosna para su dosis


Es invierno, casi de noche cuando salgo al exterior
Alfombras de hojarasca
Trinos de pájaros enloquecidos
Charcos de tiza con forma de rayuela


Al llegar a casa veo síntomas de enfermedad
Rondando entumecidos por los recovecos de luna llena
Que dejé descansando en el poema
Me tumbo en la cama agotado, ensordecido por los grilletes
Las manchas de mi pared me miran con amor y hambre


Me levanto y enciendo el ordenador
La historia comienza, el poemario cobra forma
Necesito escribir
Necesito construir un edificio de palabras tan alto
Que tenga tiempo de olvidarme de mí mismo durante la caída


Ya habrá tiempo más tarde para preguntar a la tristeza
Cuál es su carmín favorito


Ya habrá tiempo más tarde para preguntar a la chica Blue
Quién necesita a quién.

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